«UNA SILLA DE RUEDAS EN EL AEROPUERTO»


Es una herramienta de inclusión y atención a la diversidad. Su uso no es un privilegio que se utiliza por comodidad sino por necesidad. Esa silla quieta y a la espera, parada en el pasillo, es un símbolo de una sociedad que no descarta, sino que acoge e íntegra. No es un objeto perdido o un estorbo cuando no está siendo usada, sino una referencia de que es posible que quien no puede, pueda. Recuerda, milenios después, lo que el Cráneo 14 de Atapuerca simboliza. Se trata del cráneo de una muchacha que moriría sobre los 20 años con una discapacidad que le impediría caminar. Alcanzar esa edad con esa discapacidad nos está gritando que los habitantes de aquellas cuevas alcanzaron otro nivel diferente al de la manada que se desprende del miembro herido introduciendo el cuidado como elemento clave de su sociedad. El inicio de una sociedad de los cuidados.

Frente a esto, como una sombra cultural, se hace presente la mentalidad del descarte y de la muerte. Es el retorno del grupo humano más allá de la tribu, alcanzando la dura situación de manada. Si no es capaz de todo, con definirlo como incompatible con la vida, tenemos patente para eliminarlo. No estoy tan seguro que su incompatibilidad sea tanto con la vida como con la vida autónoma y el bienestar de los llamados al cuidado. Porque cuidar genera, inevitablemente, molestias. La incomodidad de cuidar del otro. La incomodidad de relentizar el paso para adaptarnos al paso del más lento. Como a la chiquilla de Atapuerca, que alguien tendría que quedarse a atender y defender la entrada de la cueva, tráele alimento y atender sus demás necesidades. Aquellos veinte años son el símbolo evidente de la civilización humana.

Somos menesterosos y vulnerables y necesitamos cuidados. Toda la vida. Primero de los progenitores que tienen una enorme paciencia hasta que tenemos capacidad de andar por nuestra cuenta y comer por nuestra mano. Luego de atenciones, instrucciones, consejos, correcciones, alteridades, etc., que nos hacen construir nuestro carácter. Sin los demás y sus mil cuidados somos los seres más desnudos de la creación. Comenzamos y terminamos la existencia con necesidad de atención preferente y de cuidados oportunos. Cuidar no es una carga, debería ser un honor. Cidar nos auto califica como dignos de la condición humana. Y mira que cuidamos nuestras cosas, y las atendemos y mantenemos para que no se deterioren. Cuidas tanto las cosas que terminas usando a las personas.

Una silla de ruedas en el pasillo de un Aeropuerto es como una señal en la carretera que nos recuerda que, si queremos conducir adecuadamente nuestra humana condición, no en todas las direcciones y a toda velocidad se puede ir. Moderar la velocidad para que quepamos todos en esta vía existencial.

Una zona azul reservada para algunos en un parking es la señal de que no nos contentamos con llegar los primeros, sino que solo estaremos bien si accedemos todos por la puerta del Centro Comercial. A la postre es cuidando como nos sentimos bien. El cuidar a otros es un buen cuidado personal.

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