La Carta de la Semana (9/11/2018): "DECORACIÓN INDIGNANTE"

La belleza es un valor que genera sentido y da significado a la realidad. Ya la realidad se nos muestra bella. Y esta belleza provocadora nos empuja a poner nuestra vida y actividad en la línea de una estética salvadora. Si el escepticismo actual nos hace confundir la verdad y la mentira, si el relativismo actual nos hace confundir lo bueno con lo malo, la estética salvara la persona. Porque todos reconocemos lo bueno y lo verdadero bajo el prisma existencial de lo que nos resulta hermoso. El mal es feo, como fea es la mentira. La belleza salvará la historia.

Pero hay belleza de cartón. Hay careta de bellezas falsificadas que olvidan la hermosura de la identidad profunda. Hay apariencias de belleza. Y aún peor, hay quien intenta embellecerse con la manipulación de la miseria ajena. Hay una solidaridad mentirosa que se usa como trampolín de buenas acciones llenando de mentira hasta el más sencillo gesto altruista. Y qué fealdad aparece en tal intento...

Toda persona tiene una dignidad inalienable y que no se debe envilecer con la manipulación ideológica o partidista. Lamentable que unos presupuestos generales se decoren desde la acción social. La manipulación de la estética. Pueden tener toda la fealdad clasista que se quiera o se pueda, pero basta que aumenten las partidas para la acción social que, como por arte de magia, quedan bellos y hermosos. Estos actos de decoración son verdaderamente indignantes.

Esto ocurre en las distancias largas de un presupuesto general y en las distancias cortas de una campaña solidaria de Navidad. ¡Señores, que los pobres son personas digna! ¡Decórense de otra manera!

A una deben ir la verdad, el bien y la belleza. Una belleza sin verdad es tan fea como la mentira; una belleza sin bondad es tan malvada y miserable como la lepra.

Para los creyentes, el más bello de los hombres pasó haciendo el bien y llevándonos a la verdad plena. La pobreza no es bella y terrible que alguien quiera decorar sus miserias con la pobreza del prójimo.

Ahí lo dejo para quien lo quiera escuchar.

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