La Carta de la Semana (06/10/2016): "UNA SEMANA EN SILENCIO"


Es toda una experiencia. Habitar temporalmente el silencio para hacer resonar todas las voces interiores, todos esos sonidos que acallamos por pereza o por temor. Hacer silencio para escuchar. Callar para oír. Reconocer en el marco de lo callado el grito de la realidad provocativo y sorprendente. ¡Cuánta falta tenemos de espacios de silencio! Hace falta inventar el ayuno temporal de tanto ruido y jaleo que taladra nuestra mente incapacitándonos para estar más de siete minutos pensando en la misma idea. Y dejar, por si acaso fuera la gran oportunidad, que Dios pueda tener ocasión de hacerse el encontradizo.

Así están viviendo esta semana los seminaristas del Seminario Mayor. En silencio. Como cada año, en la experiencia espiritual de los Ejercicios Espirituales. Cinco días cerrando las ventanas mediáticas y acogiendo silenciosamente la invitación a entrar en el interior y dejarse sorprender por el amor. No se puede amar con pandereta. Las cosas grandes acontecen en el silencio. Aprendemos a hablar rompiendo el silencio con ruidos con sentido. Fondo necesario para que la palabra cobre sentido.

Son unos privilegiados por poder tener esta experiencia. El privilegio de no tener otra ocupación que estar atento a la palabra desde el silencio. Debería estar legislada la necesidad de tener esta experiencia en cualquier ámbito de la existencia. En mil ocasiones envidiamos la mística oriental cuando hemos heredado del fundador de los Jesuitas esta extraordinaria experiencia que ha transformado tantas vidas y ha organizado la felicidad de tantos a lo largo de estos últimos cinco siglos. Calla y escucha. Hay mucho que oír.

Hablamos sin pensar. No tenemos tiempo de examinar nuestros comportamientos. Actuamos tan superficialmente que tendemos a olvidar los hechos que vivimos. Sobrevolamos la vida sin atender a su grandeza. Nos agobiamos por la rutina y el aburrimiento. Y todo por escasez de tiempo en el que el silencio nos ofrezca espacio para atender a la vida. Las semillas crecen en silencio. La vida se gesta en el silencio del vientre materno. En silencio se acoge el asombro. La palabra necesita del silencio.

Si queremos oír cosas importantes, hemos de estas el silencio.

Comentarios

  1. Encomiendo de corazón, D. Pedro, durante esta semana el retiro de estos seminaristas, para que logren escuchar lo que "Dios le pide" y que sean fieles a Ello. .Que Dios le guarde y un abrazo.

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