Desde la Palabra (06/01/2014): “BUSQUEMOS AL SEÑOR”


A la búsqueda del Salvador estamos todos, lo sepamos o no, seamos conscientes o no. Buscamos la salvación, la felicidad, el bien, la verdad… Lo buscamos y, la más de las veces no lo encontramos. Pero la verdad nos ha buscado a nosotros primero. La belleza y el bien ha venido a encontrarse con nosotros. Esta es la certeza que nos ofrece la Navidad: Dios ha buscado al ser humano desde la misma condición de ser humano. Y ya lo podemos encontrar. Como los Magos venidos de Oriente. Encontraron al Señor guiados por una estrella. Caminarán los pueblos a tu luz. Todos buscarán al Señor empujados por un anhelo insaciable, por una estrella vital. No está equivocada aquella definición de ser humano que dice que es “un buscador insatisfecho”, un “anhelo permanente”.

Buscar al Señor. Esa es la actitud que hoy se despierta en nosotros. Los Magos buscaron al Señor hasta que dieron con Él. Le buscaron y le encontraron. La búsqueda de Dios. Porque nunca podemos decir que hemos conquistado a Dios, que ya lo poseemos del todo, que ya lo hemos encontrado definitivamente. Siempre estamos en búsqueda. Cada día intentar adentrarnos en esa búsqueda, y no contentarnos con lo alcanzado. Buscadores del Señor.

¿Le buscamos? Nuestra actitud cristiana ¿es de búsqueda? ¿Acaso estamos ya contentos y no nos preocupa conocer mejor a Dios, encontrarle con mayor claridad? No podemos ser de los satisfechos, de los que se contentan con un conocimiento superficial, epidérmico, de Dios. No vale que le busquemos de lejos… Él se ha hecho hombre para facilitarnos el camino del encuentro. Le podemos descubrir en la historia, en nuestra historia, en los acontecimientos, en lo humano. No nos ha dejado huérfanos con un deseo interior insatisfecho, sino que ha salido a nuestro encuentro, y se ha dejado encontrar en cada hombre, en cada acontecimiento. Lo podemos encontrar envuelto en pañales y acostado en un pesebre, de las manos de su Madre y nuestra Madre, la Virgen Santa María. Ella nos mostró el camino entonces, y nos lo muerta ahora. Ella es para nosotros “estrella de la mañana”.

Busquemos al Señor. Quien busca encuentra. Pero busquemos. Salgamos de nuestra cómoda actitud tantas veces satisfecha y salgamos de nosotros mismos para encontrarnos con el Amor encarnado y con la gracia derramada. Abramos los ojos con la curiosidad de los niños que, sorprendidos, interrogan a la realidad buscando conocer, entender, aprehender, asirse a la verdad a la que se despiertan.

¿Y para qué buscarle? Para tranquilizar nuestro sentimiento de ausencia vital. Buscar al que viene a salvarnos. ¿De qué nos viene a salvar? De la muerte y del pecado. Del mal, de la mentira, de la fealdad de la vida egoístamente vivida, de la desunión y la rivalidad, del enfrentamiento y la guerra, de la tristeza y el vacío. Viene a salvarnos el Señor. Busquemos la salvación. Busquemos al Salvador. Despertemos el deseo de encontrarnos personalmente con Él. Hagamos el propósito de buscarle todos los días. En su Palabra, en la Oración, en el hermano que sufre necesidades y ausencias, tristezas y heridas.

Y al encontrarle, al estrechar los vínculos con Él, adorémosle. Abramos nuestros cofres y entreguémonos en ellos. Que el oro de nuestra actitud de servicio, que incienso de nuestra espiritualidad, que la mirra de nuestra veneración vital, sean colocadas en su presencia. Entregados al Señor que viene a salvarnos.

Señor Jesús, a quien buscamos tantas veces a tientas y que te has dejado encontrar en los brazos de María, nuestra Madre. Te suplicamos que nos mantengas atentos y despiertos en la búsued diaria de tu presencia en medio de nuestra vida. Ayúdanos a ofrecerte la vida como el regalo que tu busca. No quieres otra cosa que nuestra vida vivida para tu gloria y la salvación de nuestros hermanos. Ayúdanos Señor.


Santa María, Estrella de la Mañana. Ruega por nosotros.

Comentarios

  1. Buscar al Señor, sí. ¡Él nos creó y a Él nos dirigimos! Bucarle con el corazón, con la mente, con el alma, con todo el ser. Es difícil en todo momento, pero tiene una gran recompensa. Migue, de Sto. Domingo.

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  2. Hola: Respetar y venerar a nuestra Madre María Santísima, base del respeto. Quienes lo hacemos, lo practicamos con el prójimo. ¿Recuerdan cómo nos poníamos cuando nos mentaban la madre en el colegio? Reaccionábamos como fieras. ¿Cómo reaccionaría Jesusito si ofendieran a su Madre? (Recuerden el templo y los mercaderes). Dios los bendiga.

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