Desde la Palabra (25/12/2014): "SE DEJÓ VER"


No se ha ocultado a nuestra mirada Dios. Nadie lo vio jamás, estaba oculto desde toda la eternidad, por su condición de espíritu. Pero al llegar la plenitud de los tiempo, ya no ha hablado por medio de otros, sean profetas o patriarcas, sino por medio del Hijo. Ha aparecido la gracia y la verdad por medio de Jesucristo. La Palabra se hizo carne, se hizo visible. En Belén de Judá comienzan a dar sus pasos los pies del mensajero definitivo. Los confines de la tierra lo han contemplado, han contemplado la victoria de nuestro Dios. A Dios lo podemos contemplar. Dios se dejó ver.

Esta idea, hermanos, se repite. Hoy celebramos, en esta Solemnidad de la Natividad del Señor, ese desbordante regalo: Dios se nos ha acercado, se deja ver, lo podemos tocar. Cristo es el rostro visible del Dios invisible. Cristo es la visibilidad histórica de la plenitud de la divinidad. Y nosotros hemos contemplado la victoria de nuestro Dios.

Les invito a fijarnos hoy en la mirada. Reconocer la importancia de la mirada. Agradecer el don de ver y pedirle a Dios, en esta celebración, ver como Él ve; mirar como Él mira. Felicitarnos porque Dios nos deja ver el misterio de la salvación. Muchos quisieron ver lo que nosotros vemos, y no lo vieron. ¿Qué quisieron ver? Al Hijo de Dios en carne mortal.

1.- Mirar con sencillez.

La soberbia y la altivez nos impiden ver las cosas sencillas. Y es ahí, en lo sencillo y ordinario, en lo real, en lo que acontece cada día, donde se hace presente la plenitud de Dios. Mirar con el reconocimiento de que lo que vemos vale, que las personas que vemos son importantes, que las cosas que vemos son regalo de Dios. Mirar con la sencillez del creador que pone todo en nuestras manos para ayudarnos a crecer y contribuir con nuestra salvación. Mirar sin altivez, sin orgullo, sin engreimiento, sin soberbia. Mirar con humildad, con sencillez. Mirar con la mirada del Niño Dios, sencillo, envuelto en pañales y acostado en un pesebre.

2.- Mirar con limpieza.


Porque los limpios de corazón verán a Dios. Mirar sin mala intención, sin ensuciar con la doblez del corazón la sencillez de la mirada. Mirar y reconocer lo que vemos si estar buscando dendijas escondidas en la realidad. Mirar con la mirada limpia y generosa que no busca las cosas para dominar, que no mira a las personas para controlar.

3.- Mirar con esperanza.

Porque detrás de cada detalle Dios ha colocado su ternura eterna. Huir de miradas pesimistas, desinfladas, apagadas, que no son capaces más que de reconocer lo que está mal, lo que es imperfecto, lo que está estropeado o roto. Mirar la parte positiva y bendecida de las cosas y personas. Mirar felicitando, mirar con esperanza, sabiendo que Dios está al final del camino, que Dios es, en Cristo Jesús, recién nacido, el mismo camino.

Mirar con sencillez; mirar con limpieza; mirar con esperanza.

Señor Jesús, Palabra eterna del Padre que has aparecido en la historia en el momento culminante; enséñanos a mirar con el mismo amor con el que desde siempre has mirado la creación y la humanidad. Concédenos la dicha de sabernos contemplados por tu misericordia y danos la gracia de mirar misericordiosamente. Limpia nuestros ojos para poder verte en cada hombre y en cada acontecimiento. Danos mirada sencilla, humilde, pobre, cercana, amiga. Danos mirada limpia, pura, clara, recta. Danos mirada esperanzada, alegre, cordial, salvadora. Danos, Señor tu mirada.

Santa María, Madre de Jesús y Madre nuestra. Ruega por nosotros.

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