La Carta de la Semana (27/11/2014) "EL ROBO DE LA ESPERANZA"


Como quien no quiere la cosa, con la sencillez de un abuelo cargado de experiencia y hábil maestro de la palabra prudente, el Papa les dijo la semana pasada a un grupo de niños reunidos en Roma “(…) no se dejen robar la esperanza”. Y, no cabe duda, que se trata de un buen consejo. Porque ladrones de esperanza, haberlos los hay. Y cuando el robo se produce a la tierna altura de la infancia o la juventud, privamos al futuro de la espectacular y asombrosa creatividad de los que nos siguen y sustituirán. Si no cuidamos a las próximas generaciones, sembraremos una sociedad desesperanzada y malamente envejecida.

El próximo domingo estrenamos tiempo de Adviento, nuevo año litúrgico, y durante cuatro semanas prepararemos la fiesta de la Navidad generando un necesario sentido de espera y esperanza. Cómo necesitamos que nos devuelvan la esperanza quienes nos la han robado haciéndonos creer que no hay nada nuevo bajo el sol. Nos acostumbramos a ser rumiantes de las circunstancias sin descubrir el horizonte de sentido de la realidad encierra; nos embobamos en el tiovivo de lo cotidiano convencidos de que el presente y el futuro se abrazan en lo irremediable. Y qué se le va a hacer…

Debemos recuperar la certeza de que lo mejor está aún por llegar, que el mal puede ser vencido y que de las crisis se sale. Antes, cuando no salía un problema, borrábamos, corregíamos y volvíamos a empezar. Ahora rompemos desesperados la hoja del cuaderno y le damos una patada al pupitre. Bienvenidas las crisis que nos devuelven la esperanza y “a galeras” quienes roban, de cualquier modo, la esperanza de los pequeños.

Cuando nos intercambiemos, dentro de cuatro semanas, un saludo de “feliz Navidad”, deberíamos hacerlo con el corazón cargado de esperanza. Los seres humanos valemos, servimos, tenemos sentido…, porque Dios nos ha visitado, del todo, para manifestar que la humanidad tiene futuro, y que en el futuro está lo mejor.

No nos dejemos robar la esperanza.

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