Desde la Palabra (23/11/2014) Fiesta de Cristo Rey: "JUEZ Y PARTE"

Siempre se escucha, y en el ámbito social es importante que así sea, que hay que evitar ser juez y parte. El juez debe ser neutral respecto a las partes y debe ser ecuánime. No se puede ser juez y parte, de lo contrario se dice que prevarica. Pues hoy el Evangelio nos ofrece a Jesús como Juez, distinguiendo como el Pastor entre ovejas y cabras, juzgando el comportamiento de quienes obraron bien y de quienes obraron mal. “Cuando vuelva el Hijo del Hombre, se sentará en su trono y juzgará...”. El capítulo 25 del evangelio de Mateo es una joya del cristianismo. 

Pero no sólo juzga como nos hemos comportado con las demás personas, si les hemos hecho el bien o les hemos hecho el mal, sino que el Hijo del Hombre afirma que él estaba presente de una manera cuasi-sacramental en aquellos a los que hicimos el bien y en aquellos a los que hicimos el mal. Y que conforme a esa actuación nos juzgará. Lo hermoso es contemplar que Cristo es parte implicada en nuestra realidad, en nuestra vida, en nuestra actuación, en nuestros hermanos. Cristo está presente en los otros. No debemos separar a los otros de Cristo. En ellos está él. 

Eso lo podemos entender contemplando la vida de los santos. La Beata Madre Teresa de Calcuta reconocía en los pobres y moribundos a Cristo. Consagró su vida a ayudar a morir a Cristo pobre y moribundo en las periferias de Calcuta. Donde hay un pobre, allí está Cristo. Donde hay un preso, allí está Cristo. Donde hay una necesidad, allí está Cristo necesitando nuestra ayuda amorosa. La Iglesia debe tener una especial preocupación por los pobres y marginados. Por eso no podemos ser insensibles y no colaborar con Cáritas. Por eso todos los meses hacemos una colecta entre todos para los más pobres y necesitados de entre los nuestros.

El hambre, la sed, el frío, la soledad, la enfermedad..., no la sufren otras personas. La sufre Nuestro Señor. La tristeza por la frustración, el duelo por la pérdida de un ser querido, la depresión por haber perdido el trabajo y ver cómo agobia la hipoteca, la presión social que convierte en víctima a la que debería sentirse feliz al descubrirse embarazada, el rechazo y la marginación por una enfermedad que limita o una minusvalía, tanto dolor y tanto sufrimiento humano lo está sufriendo Cristo. Y en nuestra actitud respecto a ello se juega nuestro presente y nuestro futuro humano.

¡Qué bueno es Jesús para con nosotros! Prometió estar con nosotros todos los días y lo cumple. Cuanto más nos aprieta el zapato, más cerca está de nuestros pies. En los momentos de dificultad su gracia es nuestro aliado fiel. No nos abandona Dios. Por eso es tan hermosa aquella súplica que pide a Dios “(...) no me quites la cruz, sino aumenta la fuerza de mis hombros”. Podríamos añadir en gratitud: “Gracias Jesús, por cargar conmigo los sufrimientos. Gracias por identificarte con los más desfavorecidos, con aquellos que no cuentan, con los que nadie valora”.

Jesús es Pastor. Es el Buen Pastor. Es quien gobierna nuestras vidas. Y queremos que sea así. Queremos que sea nuestro Rey. Hoy, en este último domingo del Año Litúrgico, celebramos la Fiesta de Cristo Rey del Universo. Y ya nos ha dicho donde reina: en el que necesita de nuestro amor comprometido y generoso.

Señor, Hijo del Hombre: Conviértenos a tu corazón tierno y misericordioso con el dolor y el sufrimiento de los hermanos. Concédenos ojos para ver, y coraje para actuar siempre en favor de los demás. NO nos dejes caer en la indiferencia. Que no nos acostumbremos a ver sufrir en nuestro entorno. Sufres tú, padeces tú, perpetúas tu pasión en medio de este mundo insensible y despreocupado. Concédenos, Jesús, al final de nuestra vida y ante el Juicio Final, ser acogidos por ti por haber realizado una generosa entrega de la vida en favor de los demás. Concédenos la gracia de reconocer en los demás tu realeza y plenitud. Ayuda nuestra debilidad, Jesús.

Santa María, Madre pobre y humilde, generosa y desprendida. Ruega por nosotros.

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