Desde la Palabra (16/11/2014): “COMO UN LADRÓN EN LA NOCHE”


Con este domingo iniciamos un período litúrgico de acercamiento al final del Año Litúrgico. La Liturgia nos ofrece referencias en relación con el final de los tiempos, con el final de la vida…, con la muerte. El Libro de los Proverbios nos hace caer en la cuenta que lo que hoy valoramos como belleza de juventud tiene un tiempo de caducidad: “Engañosa es la gracia, fugaz la hermosura”. Todo pasa. Nada es permanente. Todo acaba. Por eso hemos vivir con mucha pasión el presente, con coherencia, sabiendo que todo llega y todo acaba. Que nuestra vida terrena no es para siempre y, como nos recuerda San Pablo en la segunda lectura, “(…) el día del Señor llegará como un ladrón en la noche”. Estemos, preparados. Vivamos la vida como un regalo. Hagamos fructificar los dones y talentos que el Señor no ha concedido. La parábola de los talentos… Y esa pregunta inevitable: ¿Qué estoy yo haciendo con mis talentos? ¿Cómo va la gestión de mi vida? ¿Qué tal estoy administrando mis años?

Cuentan que a la puerta de un templo pedía siempre limosna un mendigo muy pobremente vestido y, a veces, con mal olor. Sucio y despeinado. Con una barba descuidada de años. Sin domicilio, sin casa, durmiendo bajo un puente. Sin propiedades. Sólo un aboyado y sucio plato metálico con el que pedía unas monedas a la puerta de aquel templo; el mismo plato con el que comía cuando en lugar d unas monedas le ofrecían algo para comer. Cuentan que en una ocasión un orfebre fino y bien vestido, muy rico, pasó a su lado y le puso una buena moneda en su viejo plato. Pero algo le llamó la atención cuando la moneda cayó en el plato. El sonido le resultaba conocido. Se paró y le pidió al mendigo que le prestara el plato. Sucio, aboyado, oscurecido por los años, el plato recorrió sus manos y su mirada: “¿Sabías que este plato es de plata fina y que su valor en el mercado es incalculable?, le dijo al mendigo, agradecido por la moneda que le había ofrecido. “No vale nada, Señor; si le gusta se lo regalo”. Asombrado le replicó el caballero: “Pides limosna con un tesoro en tus manos”. Y se fue.

¿No nos ocurrirá algo de eso a nosotros, hermanos? ¿No estaremos viviendo como mendigos, esperando siempre que los demás hagan las cosas, resignados a no servir para nada, dejando pasar el tiempo y oscureciendo entre nuestras manos el tesoro que somos como personas, imágenes y semejanzas de Dios? ¿No estaremos pidiendo limosna con un tesoro en nuestras manos? ¿Qué estamos haciendo en los talentos? No dejemos que el tiempo pase cómodamente sentados “(…) contemplando cómo se pasa la vida, como se viene la muerte, tan callando (…)”, que diría Jorge Manrique, en la hora de la muerte de su padre.

Dios nos ha regalado una vida. El don de la vida. Nos ha bendecido con la gracia de conocer la verdad y haber creído en Él. Nos ha dado dones, en el temperamento, en nuestra psicología, en nuestra destreza, en nuestras posibilidades. ¿Qué estamos haciendo? A veces, sabiendo leer, no leemos; sabiendo enseñar, no enseñamos; sabiendo la verdad, nos callamos; pudiendo ayudar, nos escondemos. No amamos, pudiendo amar. No amamos, pudiendo amar. Y vivimos me manera limosnera, pidiendo que nos quieran y valoren, teniendo en nuestras manos una infinita capacidad de amar a los demás como Él nos amó primero. ¿Qué hacemos con nuestros talentos? Que la vida pasa, y la hermosura se apaga. Que las fuerzas se disuelven y llega el final, como un ladrón en la noche… ¿Qué hacemos con nuestra vida? ¿Cómo vivimos? ¿Para qué la estamos viviendo? ¿Por quién la estamos viviendo?

Ay, Señor, divino ladrón… ayúdanos a ser consciente y a vivir de cada a los demás, ayudando a los demás, amando a los demás. Que no me canse, Señor mío, de sacarle brillo al tesoro que pones en mis manos con el don de la vida y la gracia de la fe. Que no me resigne a devolverte inmaculado lo que me has dado, sin haber hecho un buen trabajo a tu servicio. Dame la gracia de tomarme muy en serio mis dones y mis talentos, y ponerlos al servicio de los demás.

Santa María, Madre y Señor Nuestra. Ruega por nosotros.

Comentarios

  1. Están poniendo un anuncio en TV (no me acuerdo de qué) en el que se aconseja no esperar a la vejez para comprarse una caravana. Y nos parece estupendo, porque tenemos derecho a disfrutar ahora, en este momento, de todo. Y sin embargo, el principal talento de las mujeres, la maternidad, debe ser relegado a lo último. Primero "disfruta de tu juventud", "disfruta del tiempo con tu pareja", "produce en el trabajo"..... y al final, si tienes tiempo, "se madre". Qué equivocados estamos. Gracias Juan Pedro por esta reflexión.

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