ANTE LA MUERTE DEL MONS. RAMÓN ECHARREN


Un vasco muy canario. Como lo pueden ser quienes habitan una españa sin fronteras y divisiones egoístas. Como los que llevan sólo las fronteras en el alma y un alma sin fronteras. Católico de mayúsculas, enamorado del Concilio Vaticano II y pastor con olor a corresponsabilidad. Murió el obispo de Canarias D. Ramón Echarren Yzturiz.

Ante esta situación luctuosa para la iglesia hermana de Canarias y para todos los cristianos del Archipiélago pienso en la grandeza que significa aprender a envejecer y acoger la muerte con sencillez y bondad. En un momento puede que la providencia nos conceda un rato de protagonismo, un trozo de significación comunitaria, pero antes y después de ello, somos seres transitorios, vulnerables, caducos, relativos, pasajeros. El candelero tiene como misión alumbrar, pero en él no se habita definitivamente. Nos gastamos y somos remplazados. Grandeza para saber estar cuando se debe estar y, también, grandeza para dejar de estar cuando toca dejar de estar. Siempre será verdad que uno muere a imagen y semejanza de cómo vive. Uno se apaga con la grandeza del desgaste o con la miseria de la resistencia a perderse. Pasar, así como sin llamar la atención, hacer el bien mientras se pudo y dejar pasar a otros que renueven y concluyan nuestras siempre pequeñas tareas. Humildad para vivir y humildad para morir.

De Jesús dijeron que "pasó haciendo el bien". Ojalá lo puedan decir de todos nosotros. Hacer el bien cuando estamos y hacer el bien dejando de estar. Saber cerrar la puerta de nuestra oficina para que la gente acuda a otros administradores, a otros ministros, a quienes puedan ya hacerles mayor bien. Morir como semilla en el fondo del surco, a oscuras, dejando que florezca el bien, alegrándonos de ser recordados sólo por el Dios que nada olvida y cuya misericordia todo lo perdona.

No podemos olvidar su labor interdiocesana, entre otros aspectos, en la creación del Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias. No fue lo único, claro está, pero sólo por eso se justificaría la gratitud de nuestra diócesis a Mons. Echarren.

Que descansé en Paz; en la Paz de Dios, el Obispo de Canarias.

Juan Pedro Rivero González
@juanpedrorivero

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