La Carta de la Semana (24/07/2014): "EL COYOTE Y CORRECAMINOS"


El Coyote y Correcaminos, el canario Piolín y el gato Silvestre, la serie “Hombre pobre, hombre rico”, policías y ladrones, héroes y malvados… Así se describe la realidad. El bien y el mar en una lucha sin cuartel que nos oprime la conciencia. Acción y reacción, gracias a las cuales hacemos la digestión o se produce la lluvia al interaccionar las corrientes frías y cálidas en la atmósfera. El trigo y la cizaña…, el bien y el mal.

Pero si dejamos la ficción cinematográfica o las descripciones de la meteorología, y miramos la cruda realidad humana, descubrimos que nuestra libertad dibuja también ese juego bivalente: a favor y en contra, pro y anti cualquier situación o sistema. Polaridades enfrentadas y cruces de misiles mar-tierra o tierra-tierra o tierra-aire. Y nos duele Oriente Medio y nos asusta Crimea. La guerra es fea; las consecuencias funestas.

¿Qué se esconde en el fondo de la humanidad para que Caín mate a Abel, Dalila a Sansón, Brutus a César, o un padre a sus dos hijos…? ¿Por qué somos capaces de conocer y distinguir el bien y el mal y, sin embargo, el mal tiene una potencia que nos debilita la voluntad bajo un cúmulo de experiencias de rabia, envidia, venganza, resentimientos y demás sentimientos terroríficos? ¿Por qué si sabemos en camino no andamos por él?

Una sociedad dividida no se sostiene. Una familia dividida es un nido de infelicidad. Un matrimonio dividido es un lazo de amargura… ¿Cómo superar esta división? ¿Cómo construir, reparar, crear puentes, romper muros…, cómo? ¿Existe solución al desmedido afán de poseer, al estruendo terrible del mandar, al hiriente fenómeno del romper? ¿O debemos resignarnos a esta situación como un mal inevitable que siempre tendrá una palabra que decir o un grito que mostrar?

El cortocircuito de la violencia sólo se rompe con el perdón y la “no violencia”. Si queremos ganar todos hemos de saber perder algunos. Es así… La cizaña que crece en la oscuridad se arranca con el perdón y la misericordia. Los pacíficos heredarán la tierra porque la reciben como don y no la usan como propietarios. Una persona es un don siempre, sea israelí, palestino, ruso o ucraniano. Un don que se recibe y no una conquista que hacemos. Este es el trabajo: dejarnos reconciliar. Pero ¿cómo ser hermanos si nos olvidamos del Padre común? El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad… Y Abel y Caín pasearán juntos por el jardín, y habrá un abrazo entre Cesar y Brutus, entre Sansón y Dalila… Y el Coyote y Correcaminos firmarán, al fin, la paz.

Comentarios