La Carta de la Semana (29/05/2014): “100 – EXÁMENES”


Es interesante la experiencia de caer en la cuenta el ritmo vertiginoso con el que transcurre el tiempo. De repente nos miramos al espejo y nos sorprende ver que aquel adolescente ya no es el joven que imaginaba. De repente en una tienda nos llaman señor, señora o caballero…, y nos da la impresión que “no puede ser a mí a quien se refiere; y si lo es. Pasa el tiempo y no hay freno posible para ello.

Esta es la entrega número 100 que, de jueves a jueves, nos da la posibilidad de encontrarnos en esta página del Diario de Avisos. Cien encuentros, cien semanas… ¡Cómo pasa el tiempo!

No quería dejar pasar esta oportunidad para regalarles un “gracias” a todos. Porque si uno sigue aquí, cien semanas después de iniciar esta experiencia, seguro que a muchos le debemos estar en deuda por su paciencia, su constancia y su lectura. Ha sido un examen en el tiempo que, gracias a ustedes, hemos aprobado.

Y hablando de exámenes, tras las elecciones al Parlamento europeo en el que se ha examinado la democracia de algunos países de la Unión, llega el tan esperado momento de los exámenes académicos en las universidades y centros superiores de estudio. Toca examinar y evaluar nuestro rendimiento académico. Toca prepara y hacer “exámenes”.

Aunque se haya incorporado a los criterios de evaluación el seguimiento continuo y progresivo del trabajo del alumno, y la pedagogía docente haya centrado su preocupación más en el proceso de aprendizaje que en el esfuerzo docente, al final siempre llegan los “exámenes”: esos momentos terribles que nos descomponen tanto como nos obligan a ganarle un conocimiento global a cualquier materia o asignatura.

Nos examinan los otros, pero también nos examinamos nosotros. Ese examen es implacable. La conciencia es la única realidad que, cuando se acaban las luces del aparentar, en silencio y al oído nos dice la verdad con la crudeza de ser el único testigo de nuestra verdad. Por eso, a todo examen se le teme. A unos porque nos exige prepararls, a otros porque nos revelan nuestra verdad. Pero al final, como bien decía Juan de la Cruz, el Santo, aunque hayamos aprobado todos los académicos, aunque los demás aplaudan nuestra careta, todos “seremos examinados por el amor”.

Comentarios