La Carta de la Semana (20/02/2014): "EL DRAMA DEL JUBILADO"

Muchas personas son las que anhelan alcanzar la edad en la que el sistema de la Seguridad Social premia a quienes han cotizado debidamente con una pensión de jubilación. Algunos añaden algún plan de pensiones privado que completa la mensualidad y garantiza mantener el ritmo de vida que llevaban antes de atravesar esa frontera “jubilar”. De todas formas, siempre se hará necesario la adaptación a la nueva situación que genera un inevitable vacío en las actividades de las personas. 

Pero este anhelo no es universal. Últimamente he sido testigo de la jubilación de dos amigos profesores de la Universidad que, si el sistema les dejara, continuarían ejerciendo su tarea docente e investigadora a pesar de haber cumplido ya los 70 años. Es más, han generado un sentimiento de pérdida que me ha llamado poderosamente la atención. ¿Cómo pueden no desear ese tiempo de merecido descanso tras una vida de trabajo tan extraordinaria? Y la pena no la quita ni la fiesta de jubilación que organizan sus compañeros, ni el acto institucional de homenaje por muy exquisito que sea. 

Esta mañana escuché en radio, en el mismo sentido pero en el ámbito sanitario, la terrible pérdida que sucede al jubilarse “buques insignia” de la investigación y la atención hospitalaria que, de igual modo, si no fuera porque cumplen inevitablemente la edad que cumplen, seguirían implicados en esa tarea. Educación, sanidad, gestión institucional, etc., etc. Tal vez sea verdad la ceguera de la “justicia” que busca la igualdad de todos ante la ley independientemente de cualquier circunstancia personal. Pero habría que abrir los ojos y reconocer que la justicia ha de buscar también la “equidad”; o sea, la justicia en el caso concreto. Porque no hay mayor injusticia que tratar de igual manera casos que son totalmente diferentes. 

¿Por qué la sociedad se tiene que perder la experiencia docente de quienes han dedicado su vida a la docencia, si, a pesar de su edad, están en perfecto estado y con una lucidez impresionante? ¿Por qué hemos de perder la sabiduría que quienes han desarrollado protocolos y terapias y hecho avanzar los conocimientos médicos? ¿Por qué suponer que todos a la misma edad están en la misma situación? 

La semana pasada cumplió 98 años el obispo don Damián. Ya sé que es un caso extraordinario del todo. Pero aún posee una lucidez que ya quisiera yo para mí. Y nos hemos perdido ya 28 años de sabiduría y experiencia. Hay que saber decir adiós, y dejar paso a otros con más fuerza y capacidad; pero hay que saber acoger y aprovechar la sabiduría que habita en toda biblioteca -en expresión de cultura africana-, que es un anciano. 

Siempre preferiré fronteras líquidas que griten “equidad”.

@juanpedrorivero

Comentarios

  1. Me deja "frío" con su carta de hoy; carta que merece se contestada, a ver si mañana hago un hueco, porque la pregunta que me hago, es ¿de dónde sacaba yo tiempo antes para ir a dar clase oficialmente ? Puesto que ahora no tengo un momento libre, tal vez porque soy hombre de horario y agenda (el orden). Tampoco es obligatorio jubilarse, vasta con cambiar de trabajo, por ejemplo el padre de Mamen, fue 50 años médico de pueblo (nunca tuvo vacaciones) cuando la medicina se hizo jardinero (hizo un curso y todo) y chófer de su mujer, además ejerció como abuelo en los veranos, (lo malo fue que se hizo hincha del Real Madrid) y murió con 95 años, con el carnet de conducir en regla y sin molestar (como era su estilo). Su régimen de vida, por si a alguien le sirve: a) Caminar diariamente de 2 a 3 kilómetros diarios. b) Un vaso de vino tito a las comidas. c) Estudiar o repasar (que no es leer, la lectura era otra cosa para él) al menos una hora o dos por la mañana y lo mismo por la tarde, para estar al día profesionalmente y evitar la atrofia neuronal. d) NO IR A MEDIO, a no ser un dolor agudo....Mi padre, (cincuenta años militar) otro tanto (pero más movido). Ninguno de ellos perteneció a ningún grupo eclesial, pero celosos cumplidores de los preceptos religiosos. Y ambos coincidían (aunque en la guerra lucharon en bandos opuestos) "que la mejor medicina preventiva y hasta geriátrica eran los "Diez Mandamientos de la Ley de Dios". Nos legaron su practica a con el ejemplo, aunque a nosotros o al menos a mí, por lo menos, me cuesta bastante. Mucha gracias y un abrazo, señor cura

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  2. Perdone dos faltas de ortografía, no es "vasta" es "basta"; (el vino tinto tenía que se bueno), y "NO IR AL MÉDICO"... Mi padre cuando se retiró del - después de cincuenta años de "mili" -con una absurda guerra, según él- se hizo agente comercial, experto en la venta de plásticos (cuando se empezaron a utilizar). Ya le he contestado a su carta, pero me da pie para mi artículo de la semana que viene. También he rezado por los sacerdotes de esta diócesis. Otro abrazo.

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  3. ¡Cómo se nota que es un amigo el que escribe contestando!

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