Por Agustín Domingo Moratalla: "La hora de la generación premeditada"


Hace unas semanas se hizo público el último informe de la Fundación Encuentro. Este año dedica un capítulo especial a los jóvenes y la gravedad de los cambios que se están produciendo en el nuevo modelo de juventud. El trabajo comienza destacando el decreciente peso demográfico de los jóvenes en la estructura social de nuestro país y la consolidación de un modelo bautizado con dos nombres muy significativos: generación premeditada o hijos tesoro.

Describen así a una generación de jóvenes porque en términos de fecundidad ha sido planificada y deseada, que emerge como resultado del rápido descenso de la fecundidad que se produce entre los años 1976 y 1978. Este descenso radical de la fecundidad coincide con la transición política y marca el inicio de un nuevo relato en torno a los objetivos vitales de las personas jóvenes. Además de ser hijos muy deseados, han sido hijos muy protegidos, sobre ellos se proyectaba un relato social nuevo. Representaban la esperanza de un tiempo nuevo en el que parecía que se cumplirían todas las profecías.

Los objetivos y metas de aquellos jóvenes no venían fijados por ellos mismos, los determinó una generación diligente y en un determinado momento histórico en el que parecían hacerse realidad todas las utopías de la transición política. Los sociólogos afirman que se trata de hijos que han sido protegidos más de lo razonable. Les construyeron el imaginario de un trabajo estable y seguro, un buen nivel de ingresos, cierta autonomía económica, vivienda propia y, sobre todo, el proyecto de una vida familiar sin riesgo. Estos hijos deseados crecieron envueltos en una algodonada nube de modernidad y de felicidad personal inimaginable en otros momentos de la historia.

Se trata de un modelo que no sólo se ha estabilizado, sino que ha funcionado muy bien y que ha convertido a los jóvenes españoles, probablemente, en los más felices de Europa. Sin embargo, este frágil modelo de juventud ha comenzado a deshacerse a partir de la crisis de 2008. Era un castillo de naipes que dependía de dos condiciones: un modelo económico de continuo crecimiento y un modelo social de progresiva modernización. Este año 2014 tenemos que analizar con calma las paradojas educativas de esta generación para construir relatos sociales nuevos donde el bienestar no sea un regalo navideño de los padres sino una conquista cotidiana de los hijos.

Agustín DOMINGO MORATALLA Para el viernes 3 de enero de 2014, en LAS PROVINCIAS. GRUPO VOCENTO

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